No me olvides

 

Estoy aquí. Lo he estado desde que nací… Te he amado sin condiciones aun cuando has inventado cualquier pretexto para no hacerlo. He luchado por mantener lo nuestro, hasta cuando pienso que ya no hay nada más que dar.

Siempre te he permitido llorar, incluso cuando no tienes que hacerlo. Te hago reír cuando necesitas felicidad y me pongo seria contigo en los instantes que conviene hacerlo. Pero, más que nada, te acompaño en la locura que tanto caracteriza a tu persona.

¡Estoy aquí, no me olvides! Cuando piensas que no puedes más, te sorprendo y comenzamos de nuevo. Cuando necesitas un descanso, te doy el sueño que acurruca tu estrés a la hora que deseas o te mantengo como un búho atolondrado, porque has conocido a alguien cuyo corazón quieres entregar... Es más, sigo estando allí, donde menos lo piensas; donde tus preguntas se vuelven una maniática frustración de constantes pros y contras. Estoy aquí… pero no me ves.

A veces, te pasas de insensible y malagradecida, ¿sabías? Te he dado todo y lo peor es que te puedo dar (y te entrego) más. Pero eres toda una experta en ignorarme. ¿Es que acaso no me recuerdas?

Soy tu amiga, la que pegó y pegará, si es necesario, cada fragmento de tu corazón herido, ya sea por sueños frustrados, amores u otras tantas cosas que te hacen daño. Soy yo, la que es tan considerada para hacerte practicar la paciencia que tanto te falta, porque hay que ver que tienes agallas para caer una y otra vez en el hueco des testarudez donde cavas.

Cariño, aquí sigo… todavía ando como la sombra que nunca te abandona, aun no me he ido. Y no quiero que me tildes de egoísta, porque no lo soy. ¿Engreída? Tal vez… y yo no soy dueña de ninguna verdad, pero es que por no tomarme en cuenta es que estás donde estás. Sí, mientras te quejas de que todo va de mal en peor, de que nada nunca valió la pena, y que, si lo valió una vez, prefieres el pasado mil veces a estar en el presente que la vida te brinda hoy.

Solamente, en esos momentos, cuando te entra el valor y dejas los miedos, es que me recuerdas. Y son en esos días… donde tú me agarras de la mano y empezamos a sentir, a soñar, a jugar… a ser una. Pero luego te aburres (no sé porqué) y vuelves a tu triste soledad.

No, no quiero atosigarte, más bien lo que busco con todo esto es que dejes de pretender que estas sola y sin ayuda. ¡Caramba! Si con cada mañana que te despierto, yo salto de alegría porque puedo seguir haciendo mi trabajo. Que no ha sido fácil, pero lo amo.

Por favor, ya deja de quejarte y decir que no te amo, sí lo más que he hecho es demostrártelo. ¡Basta! Ya no me dejes a un lado. El destino no nos puso juntas por que sí. Esta situación no es un juego de azar, está escrito en el universo y toda su existencia. Vuelve a mí, escúchame, siénteme. ¡No me olvides!

Estoy aquí… pero no me ves. Y sé, que no soy algo tangible, pero un rayo de Sol lo puedes sentir en tu piel... por ende, siénteme a mí. ¡Escúchame! Te he hablado desde que nací y lo haré hasta que mueras porque para eso es que aprendí a ser lo mejor de ti.

¡No me olvides! Soy tu consciencia y por eso es que te escribí.

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