Espejos
Se rompieron… Todos y cada uno de ellos. Ahora son cristales en el piso que, hay que evitar pisar, porque hacen daño.
Intactos o destrozados. Aquellos espejos, son una amenaza y eso es lo que aterroriza a mi alma. Porque, a medida que pasa el tiempo, no importa si los arreglo o los hago añicos. Siempre hay un reflejo, que me cuestiona el existencialismo.
En ellos, he podido llegar a verme como un animal indefenso o peor, como algo que no tiene cuerpo, insignificante y maltrecho, con el espíritu defectuoso y nauseabundo, vagando sin sentido.
¡Una desgracia! ¡Oh, aquellos espejos! Me he visto en ellos… y ahora solamente quedan fragmentos.
Porque, era simplemente un “eso”, la abominación favorita de una feria, al que todos pagaban al cirquero, para verlo en acción. Sin saber que era una bomba de tiempo, que explotaría en cualquier momento.
¡Ah, me miraba, sí que me miraba en aquellos espejos! Y, eso que ahora, solamente quedan los restos.
¿Cómo pude llegar a eso? ¿Cómo permití hacerme daño? Viéndome de esa forma... Como si esos reflejos fuesen mi única opción.
Y eran muchos, pero tenían el mismo nombre, misma cara, mismos sueños, mismos miedos… Solo yo ¡Eran tantos los espejos y sus reflejos! Pero, solo una persona viéndolos.
Ahora, los fragmentos necesitan ser barridos, pero no los limpiaré… No, decidí que debo cruzarlos, pisarlos, sentir el dolor justo y necesario. Porque, antes les tenía miedo. Me tenía miedo…
…Espejos... ¡Malditos espejos! La realidad es tan distinta a como la vemos. ¿Te has preguntado quién es el que se oculta detrás de tu otra proyección? ¿Quién es el que te hace sentir así? ¿Tan miserable, tan impotente, tan extraño a ti?
Porque, hay muchos como tú, detrás de ese espejo… pero, tarde o temprano, descubrirás que solamente estas tú.
¡El que reacciona eres tú, el que se aflige eres tú! El otro, el que está frente a ti, sólo te limita a conocerte.
Si sabes quién eres, no pierdas tu tiempo en maltratarte, no te grites si el silencio te hace compañía. No, no busques otros reflejos cuando sólo tú eres suficiente.
Puedes tener miedo, sí. Eres humano, al fin y al cabo. Pero no te atrevas a darle la mano al temor, porque te arrancará el brazo y comerá cada coraje que tengas en las extremidades. Y terminarás como yo, que de milagro está aquí para escribirte y para decirte, que ese miedo puede tener muchas formas. El mío, son los espejos. El tuyo, puede ser cualquier objeto, una palabra o hasta una sombra.
Y, si no tienes cuidado, morirás, créeme, que morirás. Si no te enfrentas a eso eres tú el que acabara como fragmento en el suelo.
Quizás dibujen tu cuerpo con la tiza policial, con el forense tomándole fotos a tus restos y acusando tu acción como suicida... Cuando pensaste que tus demonios iban a testificar como los verdaderos culpables del crimen.
¿Y qué resultados se puede obtener de todo eso? Si estás muerto, no eres capaz de sentir, ver y/o cambiar. Por lo tanto, ya no puedes saber la diferencia entre lo miserable y la felicidad.
Yo, al cambio, les di con todo lo que tenía para hacerlos pedazos. A todos y cada uno de los espejos.
Los hice añicos, sangrando. Y no te mentiré… se los di fue llorando, recordando lo cobarde que fui, pero sintiéndome valiente.
Ahora, los que sangran, que yacen débiles como una vez lo estuvo mi alma. Y es que solamente son eso… vidrios rotos que antes me hicieron sentir indigna de mí, de ti, de todos, de nada. Pero ya pasó, ya el miedo es algo natural y no una cuerda apretándome el cuello.
Los espejos se rompieron… Todos y cada uno de ellos. El mundo era negro y ahora puedo ver sus colores, comprendiendo que no existe tal cosa como el principio del fin, sino que todo continúa. Espejos… ¿hasta cuándo dejaremos que nos manipulen los reflejos?
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